jueves, 27 de mayo de 2021

28 de abril y un fuerte URIBE HP

Un 28 de abril que puede romper la historia


¡A parar para avanzar, viva el paro nacional!

Justamente esta consigna se empezó a utilizar hace muchos años, por allá en el 2013 en el último gran paro nacional que tuvo este país antes del 21 de noviembre del 2019 (21N), en el cual el sujeto político en las calles fue el campesinado, quien colocaba sobre la mesa grandes problemas sobre la propiedad de la tierra y los TLC más cuestiones específicas como el acceso a créditos y otros temas que se necesitaban para la producción del agro.

Así como esta consigna, los problemas que tenemos en nuestro país vienen de larga data, inclusive podemos hacer una línea hasta la misma fundación de Colombia como una república. Pero desde el 21N se logró visibilizar una gran cantidad de problemas que hasta hoy sigue articulando las luchas de nuestro pueblo: educación, trabajo digno, acceso a la salud, una clase política corrupta, impuestos sobre la llamada clase media y los sectores populares, y un largo etc., que incluye la violencia persistente en grandes porciones de diversas regiones de nuestro país. En este sentido, es que desde ese 21N y luego los días 9 y 10 de septiembre del 2020, llenos de violencia y represión por parte de la policía nacional en contra de una población joven cansada de los abusos policiales, se empieza a marcar una línea de lucha popular dentro de las ciudades que, definitivamente, responden a muchas realidades que vivimos en los grandes centros urbanos de este país.

Para poder seguir esa línea que se ha venido construyendo en la calle mediante la movilización hay que ubicar unos posibles factores que han impulsado la lucha actual que estamos viviendo en el país. Lo primero, es reconocer a los territorios urbanos y  las ciudades como el centro de todas estas movilizaciones en el país; esto podría responder a varios elementos: 1) las ciudades son la expresión máxima del capitalismo somo sistema social, económico, cultural, político y ambiental, lo cual ha impuesto un rol específico dentro de las mismas que le apunta a ciudades que le sirvan a la circulación del capital y la generación de servicios para el funcionamiento de la economía, generando una cantidad de problemas y realidades que hoy se expresan en las calles, por ejemplo, la falta de oportunidades para la población juvenil, acabando con ese espejismo de que en las ciudades se brinda el acceso a los diferentes derechos, sobre todo el de educación de calidad y al trabajo digno; 2) las ciudades son el centro de las decisiones políticas que se toman en el país, desde donde burócratas deciden sobre la vida de millones de personas que viven en regiones apartadas del territorio colombiano y que, por este mismo hecho, son el centro mediático del país - ¿y si en un nuevo momento de lucha popular el campesinado, las comunidades negras y/o afros, indígenas, mineros, etc., hicieran la toma de varias ciudades, no apoyando, sino siendo parte de una movilización generalizada?-, lo cual debe ser pensado en las próximas movilizaciones del pueblo colombiano; 3) la cantidad de población en estos territorios convierte a éstos en una masa de gente que puede "pararse duro" en la lucha por los derechos y la vida digna, y 4) la violencia policial y la corrupción dentro de esta institución son factores que han llevado al levantamiento en contra de esta institución represiva que ve a la ciudadanía que sale a movilizarse en un enemigo al que hay que eliminar.

Lo anterior son solo algunas de las realidades que pudieron impulsar este estallido desde el 28 de abril, sin embargo no son los únicos y, de hecho, varios pueden ser profundizados en las discusiones barriales, comunitarias, etc., que puedan darse en este contexto. Y con esto ¿Qué retos tenemos? Son muchos, demasiados, podríamos pensar, pero desde mí perspectiva hay que avanzar en uno fundamental: ¡la organización popular! Estas luchas deben apoyarse en una fuerte organización, que pueda orientar de manera colectiva el camino que vamos a seguir en esta pelea que es de largo aliento. Ya se vienen dando expresiones de esta organización, como en nuestra localidad, pero deben consolidarse y profundizarse para que le queden a Usaquén, como una herramienta útil para poder seguir en las luchas locales, distritales y nacionales.

El llamado, la reflexión que hago desde este pequeño texto cansón y aburrido, pero necesario para alimentar el debate y la discusión, es a seguir fortaleciendo la organización de la localidad teniendo una visión de las ciudades como territorios de disputa, proponiendo unas Ciudades para la Gente Trabajadora que construya un país con vida digna. En este sentido es que debemos fortalecer los diferentes procesos sociales y populares de la ciudad para que así mismo tengan una visión más allá del pequeño territorio en el cual tienen su lucha diaria. 

Este 28 de abril se convirtió en un momento histórico para nuestras generaciones que, como se propuso en el título de este escrito, puede romper la historia, así que ¡A parar para avanzar, viva el paro nacional! ¡Uribe HP! Y no solo es un pensamiento, sino que parte de la idea de que el uribismo representa a ese viejo país que debe morir, en donde la desigualdad, la violencia, el narcotráfico, la acumulación de tierras, los derechos convertidos en mercancías y los y las trabajadoras no tienen un mínimo de dignidad, son la regla general.

¡Organización y lucha! ¡A Luchar!

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