¡NUESTRA LUCHA ES IMPARABLE! 8M
Hoy conmemoramos el día de las mujeres trabajadoras. Cada año la fuerza
de las mujeres va creciendo, paso a paso se ha ido tejiendo una red de afectos
y sororidad que ha sido el soporte para emerger con pañuelos verdes y violetas
del silencio al que nos había acostumbrado el ruido el patriarca… Y aún cuando
exista una consciencia colectiva sobre la necesidad de seguir visibilizando
nuestras demandas, es preciso conocer que aún persisten graves injusticias que
profundizan las desigualdades de género.
Concentrémonos en ver algunas cifras que muestran que en el mundo del
trabajo las mujeres no contamos con las suficientes garantías para devengar un
salario justo y acorde a los trabajos que ejercemos. Como primer elemento
tenemos que en Colombia hay más mujeres que hombres, y según cifras de algunas
ONGs se estima que la mayoría de las ofertas laborales están dirigidas a los
hombres, pese a ello quienes se postulan a esas ofertas son mujeres. Desde ahí
empiezan las barreras, porque las empresas no estiman o subvaloran nuestras capacidades, como por ejemplo: nunca será rentable contratar a una
mujer embarazada no solo por su condición, sino por las implicaciones que tiene
para una empresa contar con una mujer gestante. Por eso, el perfil mayoritario para ciertos
trabajos “pesados” será el de un hombre.
Aún cuando la lucha de las mujeres ha conducido a nuestra inclusión en
diferentes escenarios, debemos recordar que las labores del cuidado se suman a
la larga lista de actividades de nuestra jornada de trabajo. Al respecto el
DANE ha demostrado que las mujeres destinan cerca de 25 horas al trabajo
doméstico no remunerado y que esta realidad de sobrecarga laboral profundiza el
desgaste físico y emocional de las mujeres, en consecuencia, esto demuestra esa
brecha con respecto a los hombres de la que hemos venido hablando. El
agotamiento seguramente tendrá repercusiones en el espacio laboral remunerado.
Esta brecha, afirman los estudios, solo se podrá superar o equiparar hasta
dentro de 54 años, eso sí, en tanto se logren transformaciones institucionales
que reconozcan el trabajo no remunerado y se abran las posibilidades para
acceder a empleos en los que no existan diferencias cuantitativas en los
salarios con respecto a los de los hombres.
Ante esta realidad nuestra posición ética y política es la de seguir
luchando, la de continuar visibilizando todas las injusticias que se vivencian
en todos los espacios en los que habitamos: en nuestro trabajo, en las
universidades, en los colegios, en nuestras familias, con nuestras parejas… Por
eso este no es un 8 de marzo más, es un día en el que nos juntamos y gritamos
que todavía falta mucho para tumbar todas las violencias que recaen sobre
nuestras vidas y nuestros cuerpos.
Seguiremos en las calles alzando nuestra
voz.
¡Se va a caer!
Estamos Tejiendo Barrio.